Dedicado a Fernando Trejos
Hay gente con marcas de nacimiento, tatuajes, insignias, medallas, heridas de guerra que se llevan con orgullo. Yo llevo los dedos quebrados.
Cada golpe, cada herida, inflamación o dedo retorcido me recuerda que eres capaz de lograr lo que sea para vivir tus sueños. Cada dedo sin enyesar y marca en la mano por parkour, golpes con sables o entrenamientos es un recordatorio genético. Un gran abrazo al portero de la Libertad, al pianista y al Señor Matamoscas.
-O eres portero o eres pianista- Le recordaba su profesor de piano, no puedo darle clases si tiene los dedos tan torcidos, debe elegir una.
-Elijo ambas-
Dijo con un acto de rebeldía, de voluntad y fuerza; de valor y fe en si mismo, en un profundo grito de guerra junto a la alegría de vivir.
-Elijo ser ambas- Quizá fue lo que pensó...
-Elijo ser yo-
-Elijo escoger mi futuro-
-Elijo disfrutar la vida-
Sea lo que fuere, cada partido de fútbol, escapada para no ser golpeados por la turba, cada vals tocado fue un “Himno a la Alegría”.
Ahora la genética de un probable bastardo rechazado por su familia me favorece y elijo continuar el único himno que cantaré a toda voz y con cada dedo quebrado.
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