La vida es fuerte y aún ahora puede parecer una gran tormenta
quizá oscura y tempestuosa, la cual golpea con sus olas de confusión / tristeza / malestar,
revolviendo las profundas emociones del ser.
Yo decido ser el surfista de la vida,
quien espera, conoce y aprovecha
cada ola para disfrutar,
para mejorar, para triunfar.
Ser el surfista
quien no ve la tormenta, sino la oportunidad.
Yo decido ahora
tomar la tabla de la fé
y aventurarme en las profundidades del mar de la vida
montar el próximo tsunami
...y gritar victoria junto a Dios.
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